5 Palabras que dañan a tus hijos y quizá no lo sabes
5 Palabras que dañan a tus hijos y quizá no lo sabes
En la dinámica de comunicación familiar hay algunas sencillas palabras que usamos con mucha frecuencia sin saber el daño que pueden provocar a quienes escuchan. Los más vulnerables son los niños porque el lenguaje que usamos con ellos es el lenguaje que usarán para consigo mismos. Estas palabras que les decimos van a moldear su pensamiento y a su vez, van a influir de forma directa en su comportamiento.
Las palabras que escogemos para comunicarnos con los pequeños pueden generar patrones de pensamiento limitantes o de crecimiento, según aquellas que elegimos. Aquí te dejamos 5 palabras que limitan a tus hijos y te decimos con cuáles sustituirlas para desarrollar en ellos una mentalidad de crecimiento y tengan estabilidad emocional.
Ahora te presentamos las 5 palabras más comunes que pueden dañar a tus niños.
1. No
. El uso del No es muy frecuente en nuestra forma de comunicarnos, sin embargo es una palabra limitante. De pronto nos encontramos diciendo: no corras, no brinques, no lo toques, no lo tires, no lo abras, no la uses, no lo tomes, no se come, no, no y no. En la mente del niño se instala el no, el no puedo. De pronto puede pensar… “bueno, aquí todo está prohibido”, “no puedo hacer nada”.
También cuando usamos la palabra NO en el lenguaje que dirigimos a nuestros niños, el mensaje que queremos dar no siempre se recibe. La palabra NO en ocasiones convierte una frase en ambigua y que realmente no transmite el mensaje que queremos enviar. Esto es porque al usar la palabra NO expresamos lo que NO queremos o esperamos de ellos, más no les indica lo que SÍ queremos o esperamos de ellos, de forma que podríamos no obtener los resultados que esperamos.
Por ejemplo, llevas a tu niño al banco y corre por todos lados. Tú le dices: “NO corras”. Ahora el niño sabe que no quieres que corra, quizá deja de hacerlo. Ahora tiene otros cientos de conductas restantes que puede elegir, así que elige. Entonces ya no corre y ahora brinca por todos lados mientras canta en voz alta su canción favorita. Faltó aclararle lo que sí querías, que era quizá, el estar sentado mientras esperan turno.
El NO comunica lo que NO quieres más no es claro con lo que sí quieres.
¿Cuál es la alternativa para el NO?
Hablar en positivo. En lugar de “no corras”, mejor: “camina despacio”.
Para decir “No grites”, puedes decirle: ” habla bajito”.
La alternativa a “No, porque no has comido”, sería: “sí, cuando termines de comer”.
Especifica claramente lo que quieres y esperas de ellos, utilizando frases positivas. Las cosas se pueden decir de diferentes maneras, escoge la mejor.
Educa niños agradecidos que se sientan felices lo que son y lo que tienen. Mira el artículo aquí.
2. Debo y tengo
Las palabras “debo”, “debería”, “tengo”, “tengo que” son distorsiones cognitivas, es decir, errores de pensamiento que provocan malestar emocional e infelicidad y en el algunos caso incluso trastornos psicológicos más serios.
Cuando una persona incorpora en sus hábitos de pensamiento las palabras: debería, debo, tengo que podría convertirse en lo que en psicología se llama “la tiranía de los deberías”. Estos son pensamientos irracionales o distorsionados que pueden provocar infelicidad. Ya que son exigencias extremas, normas rígidas que nos hacemos a nosotros mismos, al mundo o a los demás.
Cuando pensamos que en el “debería”, “el tengo que” o “tienes qué” marcamos estándares demasiado altos en función de cómo creemos que han de funcionar las cosas y al no cumplirlos provocan malestar emocional.
Cuida a tus hijos de usar estas palabras en su vocabulario o en el tuyo, ya que alimentan el miedo y provocan infelicidad. Los “deberías” hacia uno mismo favorecen la autocrítica destructiva, dañando así la autoestima. Ayudan al perfeccionismo extremo. Provocan ansiedad, culpabilidad, miedo al fracaso y bloqueo.
¿Cuál es la alternativa para “debería” o “tengo que”?
Quiero, puedo, deseo o necesito
Cambia las palabras de “tengo” y “debo” por: “quiero, puedo, deseo y necesito”. Te darás cuenta del gran cambio emocional que esto implica.
Evita decir a tus niños que “tienen” o “deberían” ser o hacer algo. Si lo piensas bien, no hay nada que “tengamos que hacer” quizá piense que trabajar para poder comprar alimentos… y no, no es así. No “tienes” que trabajar porque existe al opción de no hacerlo. Lo que sucede es que “necesitas” trabajar para poder comer. O bien, “quieres” trabajar para mejorar tu estilo de vida o poder alcanzar alguna meta.
Lo mismo sucede con nuestros niños. No “tienen” que estudiar, necesitan hacerlo para vivir mejor o lo ideal sería que “quieran” hacerlo, es todavía más poderoso ese pensamiento.
Cada vez que se venga a tu mente la palabra “tengo que” o “debería” detente y piensa. Si realmente es algo que tienes que hacer o quizá es algo que quieres o necesitas hacer. Nada TENEMOS O DEBEMOS HACER. Lo hacemos porque queremos realmente hacerlo o porque lo necesitamos ya que existe la opción de no hacerlo. Es nuestra elección.
3. Siempre, nunca, nadie, todos
Estas son palabras que pueden provocar pensamientos polarizados, que es otro tipo de distorsión cognitiva. Es generalizar; es ir a los extremos del todo o nada, sin tomar en cuenta los matices o términos medios.
Estas palabras son falsas ya que los seres humanos vivimos con matices, no somos siempre, invariablemente de la misma forma o sentimos lo mismo. Todo depende de nuestro estado de ánimo en el momento, nuestros pensamientos, nuestra historia, etc.
Estas palabras también pueden provocar pensamientos irracionales y afectar así la estabilidad emocional especialmente de nuestros niños. Incluso incapacitan a la acción.
Por ejemplo, si decimos a nuestros niños: “Tu habitación está siempre desordenada”. Es mentira porque seguramente los 365 días del año no está desordenada. Influye en su estado emocional, se siente frustrado, n o comprendido y no valorado, porque en realidad no es que “siempre” la tenga desordena, eso invalida y no valora los días que sí la llega a tener ordenada.
También este tipo de palabras paralizan la acción. “Para qué me voy a molestar en hacerlo si siempre está desordenada”. Es una predicción que se acaba cumpliendo.
¿Cuál es la alternativa para siempre, nunca, nadie, todos?
Describir y usar la palabra “todavía.
Describe la situación sin usar las palabras de extremo. Usa el poder del todavía.
Siguiendo con el ejemplo del desorden en la habitación, podemos decir: Tu habitación está desordenada. Todavía no haces tu cama y tu ropa aún sigue en el piso.
4. Pero
“Pero” es una palabra que la usamos entre dos oraciones, sin embargo, elimina la primera idea, es decir lo que está antes de ella. Y generalmente la segunda idea es negativa, esto provoca también malestar emocional y hace que nos quedemos con la segunda idea, la negativa.
Las alternativas para no usar el “pero” son “Y”, “y si demás”
Por ejemplo cuando le decimos a los niños:
“Te fue muy bien en historia, pero reprobaste matemáticas”. Al final, para el pensamiento del niño ya no importa si le fue bien en historia, con lo que se queda es con el malestar por haber reprobado matemáticas.
¿Cuál es la alternativa para “pero”?
Las palabras “Y” , “y si además”
Por ejemplo:
Te fue muy bien en historia, y si además estudias un poco más de matemáticas, también te va a ir igual de bien.
Veo que te esforzaste mucho en historia y tuviste excelente calificación. Estoy segura que en matemáticas puedes hacer lo mismo.
5. Etiquetas
Las etiquetas crean una imagen no real de sí mismo, especialmente las negativas. Los seres humanos podemos ser muchas cosas y tener distintos comportamientos dependiendo de la situación. Las etiquetas limitan y no les permiten ser todo lo que pueden llegar a ser.
Algunas etiquetas comunes son: tonto, flojo, impuntual, agresivo, inquieto, grosero, etc. Evítalas, dañan fuertemente la autoestima de tus niños y además modelan su comportamiento.
¿Cuál es la alternativa para las etiquetas?
Cada vez que quieras corregir evita hablar de su persona y etiquetar, solo describe lo que vez o lo que pasa. Recuerda que su comportamiento es temporal debido a la situación y no lo define.
Por ejemplo: entras a su habitación y está desordenada, en lugar de decir: qué desordenado eres (etiquetando) porque siempre la tienes desordenada. ¡Mira qué flojo eres, no la limpias!
Puedes decir: Veo que todavía no has limpiado tu habitación. Me siento frustrada cuando se mantiene sucia durante el día. Espero que lo hagas antes del desayuno.
La palabra “todavía” comunica esperanza, es dejar abierta la posibilidad para hacer lo que se espera.
Usando un lenguaje positivo y respetuoso, podrás conectar fácilmente con tus hijos y educarlos de una forma más efectiva y respetuosa.